 ABC ha sido testigo de cómo los narcos aprovechan el conflicto de los pescadores para aumentar su actividad, tal como adelantó el pasado lunes en estas páginas
La foto refleja como los narcotraficantes cruzan a toda velocidad la bahía de Algeciras el pasado lunes a plena luz del día
 La noche del lunes cae tranquila sobre las aguas del Estrecho. La calma contrasta con lo sucedido apenas doce horas antes, cuando el «Divina Providencia», con base en La Línea, estuvo a punto de naufragar por las maniobras agresivas de la Policía del Peñón. Los pescadores de Algeciras han decidido darse una tregua y faenan sin problemas alejados de la zona de conflicto. Las seis patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil que ahora prestan servicio en la zona están en alerta, pero no tienen que intervenir. La mar está como un plato. El silencio es total.
Cuando caen las últimas luces del día, a estribor se oye un rugido. En pocos segundos surge la figura de una planeadora sin distintivo alguno que la identifique, que literalmente vuela sobre el agua. Los tres hombres que la ocupan, con trajes oscuros, han puesto rumbo a Marruecos. Un minuto después ya se les ha perdido de vista. No más de veinte más tarde habrán llegado a su objetivo...
«Gayumberos»
Se trataba, segun ha sabido ABC, de una lancha de narcotraficantes, «gayumberos» en el argot local. Con toda probabilidad, aprovechando la «marea llena» había zarpado de alguna casa de la ribera del río Guadarranque especialmente preparada para poner en el agua estas embarcaciones. Hay varias y alguna hasta tiene un canal de agua. Los dueños cobran entre 12.000 y 14.000 euros por prestarlas a organizaciones criminales.
A lomos de una embarcación ligera propulsada por dos motores de 250 caballos
Los tripulantes de la planeadora son criminales, pero no unos locos como pudiera parecer a primera vista. Van a lomos de una embarcación ligera propulsada por dos motores de 250 caballos de potencia que alcanzan los 50 nudos de velocidad (cerca de cien kilómetros por hora), pero también visten unos trajes especiales que les harán flotar en caso de accidente e incorporan elementos reflectantes para ser vistos si naufragian. También cuentan con teléfonos vía satélite y GPS —trabajan con coordenadas—, y es muy posible que lleven comida para aguantar una semana en caso necesario.
Detener a estos «fórmula 1» de la mar es muy complicado siempre —la única forma que tiene la Guardia Civil es adelantarse a ellos y diseñar un dispositivo para acorralarlos en la bocana—, pero mucho más en estas semanas, en las que todos los medios humanos y materiales están volcados en la protección de nuestros pescadores y es muy difícil poder montar operaciones que requieran un cierto despliegue.
Vigilantes vigilados
Las mafias de la droga están cada vez mejor preparadas. «Siguen todos los movimientos de las patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y en función de ellos planifican sus movimientos», aseguran a ABC fuentes de la máxima solvencia. Gibraltar, pues, aumenta la presión sobre los pescadores y como «efecto colateral» los narcotraficantes lo convierten en un negocio redondo.
Los hombres del Instituto Armado lo saben e intentan no descuidar esta parte de su trabajo, pero es imposible abarcarlo todo. A pesar de ello, ayer confiscaron en la zona una embarcación de recreo con hachís. De la planeadora, en cambio, no hay noticia.
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