La historia de nuestra nación, como maestra de la vida, nos muestra
en sus páginas muchos e importantes hechos de la Guardia Civil que son
difíciles de definir y concretar; no sería yo el que me atreviese,
intentar siquiera, la más somera reseña de los grandes servicios que le
ha prestado a la sociedad desde el año 1844.
Este Cuerpo
totalmente diseminado por todos los rincones de la geografía española,
constituye una extensa familia ligada por los vínculos que han sellado y
modelado, en una acción de conjunto, su voluntad de ser con la
disciplina, el culto al honor, la capacidad de sacrificio, la entrega,
el carácter benemérito y la lealtad; que abrazaron una profesión a la
que dedican lo mejor de sus vidas; que tiene espíritu propio acuñado
desde su fundación, y que ha sido sujeto activo en la conformación de la
historia contemporánea española; sin que se conozca, en ningún momento,
que haya eludido ninguno de los problemas que las circunstancias
históricas, la inmensa mayoría de las veces muy difíciles, le han
presentado. Siempre ha estado ahí y, desde su fundación, ha derramado
muchísima sangre, no en vano la dedicación a la profesión exige en
muchas ocasiones la entrega de la vida, en pro de que, como dice su
himno, la Patria goce de calma.
Existe, evidentemente, un
cordón umbilical que une a los Guardias Civiles de todos los tiempos con
los de la actualidad, por ser fieles a su propia esencia; aunque entre
los Guardias de ayer y los de hoy haya sustanciales diferencias, ya que,
desde siempre, para ésta Institución lo que cuenta es, sobre todo, el
tiempo presente. El presente es el tiempo fundamental; a él se reduce
todo. De ahí que en ésta dimensión reside el hecho de que su
personalidad se manifieste, en la mayoría de los aspectos, lo mismo hoy
que ayer, aunque adaptando, constantemente, su profesionalidad, en un
proceso de perfeccionamiento continuo a la evolución con los signos de
los tiempos.
Hoy, constituye una sustentación indispensable en el
modelo de seguridad de nuestro país; su imagen, como un todo, por la
complejidad de sus funciones y la trascendencia de sus intervenciones,
está impregnada en la conciencia popular hasta el punto de ser la
Institución mejor valorada por la ciudadanía.
Sin embargo, estos
fieles servidores, no están en consonancia, en cuanto a sus emolumentos,
con el resto de los cuerpos policiales; resulta paradójico pero es así;
no es de recibo que sus miembros, desde el general hasta el último
guardia recién ingresado, sean retribuidos, en menor cuantía, que sus
asemejados compañeros de la Policía Nacional; y a estos últimos ya les
aventajan, en bastante, las policías autonómicas y locales. No
reivindico nada, no me pertenece ese dominio; solo he querido contrastar
que el alto reconocimiento que le tiene la sociedad española, y el
estar considerado uno de los mejores cuerpos a nivel internacional,
formando parte de la fuerza de la Gendarmería europea, junto a la
Gendamerie Nationale francesa, el Arma de Carabinieri italiana, la
Guardia Nacional Republicana portuguesa y el Koninklijke Marechaussee de
los Países Bajos, no les es correspondido, por nuestros representantes
en los poderes públicos, en la manera en que deberían hacerlo.
¡Y
hemos de honrar a nuestra Guardia Civil! Dándole lo que se merece, que
es bastante, correspondiéndoles en la misma forma en que ellos lo hacen.
Y con éste exiguo reconocimiento, vaya por delante, como no podía ser
menos, mi felicitación, a esa gran familia, en la festividad de su
patrona la Virgen del Pilar.

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